Los mejillones no solo son un rico alimento de nuestra gastronomía sino que, además, hablamos de un producto sano, bajo en grasa, con una gran carga alimenticia y muy asequible para la economía familiar.
Mucha gente no suele incluir los mejillones en la dieta diaria porque piensa que cocinarlos es una fatalidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, aunque eso sí, lo realmente importante de los mejillones es saber limpiarlos adecuadamente.
Hoy os vamos a dar una serie de trucos y consejos para que el proceso de limpiar los mejillones sea efectivo, rápido y fácil. De ello dependerá el sabor final de los mismos, por lo que debemos tomar muy en serio esta parte del proceso.
Limpiar los mejillones fácilmente, ¿cómo lo hacemos?
El primer consejo es cocinar los mejillones lo más frescos posible, es decir, comprarlos el mismo día que vayamos a cocinarlos. Y antes de ponernos a limpiarlos debemos seleccionarlos minuciosamente. Muchas veces los mejillones vienen con la concha partida o fisurada, y esos debemos excluirlos de nuestros platos. También debemos comprobar que no tienen mal olor, un mejillón debe oler a mar, así que si alguno huele mal, también lo desechamos antes de limpiarlos. ¡Comenzamos!
- Coloca los mejillones en un escurridor y los ponemos debajo del agua fría del grifo y lavamos bien pero con suavidad para no romperlos.
- Para quitar las barbas del mejillón lo mejor es utilizar unas tijeras porque si usamos un pincho podemos desgarrar la carne del mejillón.
- Con un estropajo de alambre limpiamos las conchas, eliminando cualquier resto que pudieran tener adheridos.
- Volvemos a pasarlos por el grifo para aclararlos bien, ¡y ya están listos para cocinar!
Como veis, es más sencillo de lo que parece, y así podremos disfrutar del auténtico sabor de los mejillones en nuestra propia casa. Si por el contrario prefieres tenerlos directamente en el plato, ¡te esperamos en La Tasquita de Min!
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